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Kiribati

Por pura casualidad

Por pura casualidad Aquella noche en Mississippi, una lechuza, una sola lechuza parada en un poste de teléfonos recorta su silueta sobre la luna llena.
El sinuoso camino de tierra pasa junto a cierta vieja y destartalada casa de madera.
Frente a esa casa se detiene un Hispano H6 de 1919, propiedad de los hermanos Samuel y Jebediah O´Flagerthy. Los O´Flagerthy son mellizos, irlandeses, y ambos tienen la mejilla izquierda atravesada por la cicatriz de un profundo corte desde la sien hasta la mandíbula.

Esto último, por pura casualidad.

Se escuchan a lo lejos los acordes de la guitarra de Robert Jhonson, quien, en ese preciso instante, acaba de hacer nacer el blues mientras tocaba en un cobertizo.
Hace unas horas, Robert hizo un pacto con el Diablo. Se encontraron los dos justo en ese mismo camino sinuoso de tierra, junto al poste de la lechuza.
El Viejo le está enseñando a arrancar lágrimas a las cuerdas de una guitarra a cambio de su alma. En realidad el alma de Robert ya estaba condenada. Desconocemos, pues, los motivos del Diablo, aunque sospechamos que sólo quería escuchar buen blues.

O fue, tal vez, pura casualidad.

Mientras la lechuza aguza el oído, muy sinceramente sorprendida por esa extraña música, sale al porche de la vieja casa destartalada la joven Rosemary, camarera en el club de la carretera de Nueva Orleans, que esta noche no ha acudido a su trabajo porque debía entregar un encargo a los O´Flagerthy.
Éstos bajan del auto, se colocan el sombrero, se alisan el traje y le preguntan a la muchacha dónde están escondidas las armas. Ella señala con su dedo índice el granero cercano a la casa, aunque su mirada se dirige inequívocamente hacia la luna .
Después, sonríe a Jebediah.
La lechuza ulula expectante porque sospecha que algo está a punto de ocurrir.

O quizá por pura casualidad.

Samuel se encamina al granero. Pero Jebediah, tentado por las largas piernas de ébano y la sonrisa cómplice de Rosemary, se aproxima a la joven, haciendo caso omiso de la llamada de su hermano. Así es como los mellizos se separan por unos instantes. Profetizó en su nacimiento la comadrona negra Martha Bell que el destino de los O´Flagerthy quedaría sellado cuando, una noche de luna llena en Mississippi, se separaran el uno del otro dieciocho metros exactos, mientras ululara una lechuza y el Diablo hiciera sonar una guitarra en las inmediaciones.
Pero Samuel y Jebediah no lo saben, o lo han olvidado.

O todo se debe a la casualidad.

Y de esta manera, la patrulla del FBI oculta en el granero ametralla sin contemplaciones a Samuel, que muere en ese mismo instante sin haber comprendido absolutamente nada. Jebediah no es ametrallado, ya que, en una rápida reacción, toma como rehén a Rosemary, aunque termina por comprender que su situación resulta insostenible y se entrega al cabo de unos minutos. Morirá en la silla eléctrica, seis meses después.
Cuando ya todos se han marchado, Rosemary, la lechuza y la guitarra de Robert Jhonson aún siguen allí.
La chica se sienta en la mecedora del porche, a contemplar la luna llena.
Piensa en el dinero de la recompensa ofrecida por los gángsters que acaba de entregar al FBI. Y en que no tendrá que volver a trabajar de camarera nunca más, tal y como su abuela Martha Bell,la comadrona de los O´Flagherty, le anunció que sucedería.

Pero todo ocurrió, a lo mejor, por pura casualidad.

(O Isaac y Amelia lo inventaron una tarde de sábado bajo los efectos del Frenadol)

4 comentarios

Kiribati -

Y frenadólico, Cini, eso también.
Muchas gracias, guapa. ;)

Cini -

Está bien el relato. Muy mississipico. Sí, mola.

Kiribati -

Hi, Don Zaho.
Y usted que lo vea. :-)

Zahorí -

Gimme da ol blues, mama. Ouyeah.