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Kiribati

Eros durmiente

Eros durmiente No es el de la imagen. En realidad es más bonito -o a mí me lo parece-, pero bueno, guarda cierta similitud.
Es el Eros Funerario del Museo Arqueológico Nacional, en Madrid. Se encuentra en una pequeña sala, que es apenas un rincón de transición entre otras dos muy grandes. Un rincón del Museo tranquilo y poco frecuentado, que le va muy bien.

La cartela informa:

"Eros Funerario, siglo I, Elche (Alicante). Estatua de un Eros alado dormido, representación alegórica del sueño eterno de la muerte. Descansa sobre la clava y la piel de león, atributos de Hércules, aquí como símbolo del triunfo sobre la muerte que otorga la recompensa de la inmortalidad".

5 comentarios

Kiri -

Y a algunos ni les salen ya.
¿Pa qué?

La_Web_ona -

Nada, si no pasa nada. Pero no somos los mismos de hace dos mil años. Siempre hay pequeños cambios físico e intelectuales. Por ejemplo, las muelas del juicio cada vez, en cada generación,van empequeñeciendo. Por cosas del no uso y eso.

kiri -

Suelo pasearme por el Arqueológico. Es un vicio nefando, lo sé.
Y no es menos deleitosa que la visión de los objetos, la observación disimulada de los visitantes.
Esta mañana, un niño de cinco ó seis años, miraba boquiabierto un sarcófago visigodo, que está expuesto con su esqueleto y todo.
-Papá, ¿qué le ha pasado?.- ha preguntado.
-Pues que se ha muerto un poquito, hijo.- le ha respondido el padre.

El niño, compungido ha dicho muy despacio:

-Pobrecito...

Después se ha quedado mirando al padre y le ha preguntado con cierta angustia, buscando la única respuesta posible ante el miedo:

-Papá...¿a que yo soy bueno?

-Ja, ja...Claro, hijo, eres muy bueno.

O, lo que es igual..."¿Me quieres? Porque, si me quieres, no me da miedo la muerte"

Somos los mismos de hace dos mil años. Y veinte mil.

¿Y por qué tanto comentario de mí misma a mí misma?
Pues porque no cabía todo en el artículo, ¿qué pasa?.

kiri -

Los antiguos intuían que las sombras y la destrucción adormecen al amor, a lo erótico entendido como la zona más creadora y más generadora de vida de nosotros mismos.
Quisieron creer que sólo lo adormecen, pero que no pueden matarlo, sino que se hallan imbricadas en el propio sueño de Eros.
El niño las convierte en deseo de supervivencia.

Asi que, en tiempos oscuros, tal vez se aferraron más que nunca al otro: al amante, al amigo, sellando un compromiso con la vida, casi, casi biológico, que es universal y de todas las épocas.
Y que es, creo, lo más auténtico y humano -en el mejor sentido de lo humano-de nosotros mismos.

Por eso las pequeñas esculturas de mármol del Eros funerario muestran a un pequeño durmiente en actitud plácida, ajeno a la amenaza, ajeno a la desdicha.

Lo cierto es que dan muchas ganas de acunarlo.

Es una interpretación muy personal, claro

kiri -

Dice James Hillman en "El mito del análisis":

(http://www.jungba.com.ar/citas/citas_body10.htm)

"Tánatos y Eros no están tan lejos uno de otro como Freud quiso hacernos creer. En el nivel más profundo del miedo aparece un eros, como lo muestran las frenéticas copulaciones en los tiempos de terror y de guerra o las pesadillas causadas por Pan, que son también eróticas. El miedo parece ser una necesidad inherente a la experiencia del eros... Una consecuencia de este miedo es que podemos fiarnos del eros. El instinto contiene su propio autorregulador, el eros su propio daímon. La compulsión es refrenada por los consejos del sabio miedo, por su elaboración, por su ritualización; ... Sólo hay que prestarle atención, recibirlo, escucharlo, incluirlo... Entonces el eros no tiene ninguna necesidad de ser combatido, controlado, o transformado en algo más noble.
Su meta es siempre, en cualquier caso, la psique. Estamos obligados a confiar en el eros y en su meta. ¿Puede vivir alguien con autenticidad si no cree y confía en que los movimientos de su amor tengan un sentido último y sean fundamentalmente correctos? Podemos ser transformados por el eros, pero, aun empleando todo nuestro esfuerzo, no podemos transformarlo a él directamente, pues el eros es el impulso hacia lo alto o -en lenguaje aristotélico- la actualización, el movimiento de autorrealización que determina las transformaciones de la psique".