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Kiribati

Qué Quiere Decir Nunca

Qué Quiere Decir Nunca No es bueno, pero eso no es importante.
Importa que hace justo un año que lo escribí, y que lo siento como algo completamente mío, como una parte de mí misma hecha letras, hasta donde las letras pueden ser pedazos de uno mismo. Que es mucho.
Puede que algún día llegue a ser más largo o puede que la idea que (casi) contiene: que la locura es parte del corazón humano y no es posible huir de ella porque siempre nos viene a buscar, se haga más amplia. Que el muro se convierta en un laberinto de muros. Que la hiedra crezca y caiga por el otro lado con su inscripción de sangre y entonces aparezca el rostro del poeta...
Pero así, como está, lo escupí porque entonces necesitaba escupirlo, y luego todo fue mucho más claro.
Y me gusta revivir esa imagen de los seres de pesadilla abandonados en el jardín. No mi forma de escribir, porque odio releer lo que he escrito, pero sí la imagen.
Creo que todos tenemos ese jardín tapiado y esa puerta cerrada, con sus criaturas al otro lado. Que algunos pobres desdichados viven allí y no pueden salir. Que la mayoría de nosotros ni siquiera (nunca) nos aproximamos al muro y a la puerta.
Y que algunos privilegiados entran y salen, y no se pierden. Pero son los menos.

.....................

Al fondo del jardín hay una puerta cerrada.

El Poeta se marchó por ella hace tiempo. Dos vueltas de metal y un portazo. Y luego el chirrido de muchos días arrastrándose en fila, uno detrás de otro. Los innumerables días de su ausencia.

Así fue como el Poeta nos abandonó, y así fue invadido nuestro jardín por la tristeza.

Sin embargo, es verdad que todavía podemos presentirle muchas veces.

Algunas tardes, si prestamos atención, conseguimos oírle pasear al otro lado del muro, por la arboleda vecina.

Crujen las hojas caídas bajo sus pies cansados.

Su respiración acompasada, pacífica, nos adormece como una nana.

Entonces, nos miramos unos a otros con un gesto cómplice y concentrado. Nos abrazamos fuerte para imaginarle juntos: sí, es él. Está recorriendo lentamente las sendas umbrías del jardín vecino, con su libro entre las manos. Es él.

Luego están esas noches de luna llena en las que centellea el hielo sobre las columnas de mármol. Nos cobijamos juntos del frío, bajo los tréboles, y nos susurramos su nombre. Muy quedo, al oído. Porque su nombre es un secreto.

Al unísono, quisiéramos y no quisiéramos que nos oyera: ¡claro que aún le amamos!. ¿Cómo no amarle a él, al Poeta?. Pero no, no osaríamos turbar la paz, libremente elegida, de su exilio voluntario.

También bajo el cielo azul purísimo de la primavera, solemos sentarnos en círculo entre los rododendros. Intentamos descifrar esa palabra: " nunca". La última que pronunció antes de atravesar la puerta del jardín.

Es que no entendemos qué quiere decir "nunca".

Al fin y al cabo, nosotros no somos más que las criaturas imaginarias de su mente. Él nos soñó, nos dibujó, nos compuso, nos dio forma... Y después se marchó.

LLoramos quedamente en los momentos tristes, cuando comprendemos la verdad: que se fue porque dejamos de agradarle nosotros, sus propias creaciones. Que al final nos odiaba y nos llamaba sus pesadillas. Sus obsesiones, sus monstruos, sus quimeras. Su locura.

Y que renegó de nosotros porque le causábamos pavor.

Pero, ¿qué querrá decir "nunca"?....No hemos dejado de darle vueltas a esa extraña palabra.

Por fin, escuchando a nuestro corazón, hemos escrito una lista con lo que creemos que significa .

La hemos escrito con nuestra sangre, sobre las hojas de hiedra del muro. Así, cuando la hiedra crezca y caiga por el otro lado, él no tendrá más remedio que leerla. La leerá, tendrá que hacerlo aunque le paralice el miedo.

Y esa lista dirá:

Vacío.

Tristeza.

Desesperanza.

Frío.

Abandono.

Desamor.

Nada.

Huída.

Soledad.

Derrumbamiento.

Muerte.

Porque creemos que, tal vez, todo eso quiere decir "nunca".

10 comentarios

Kiri -

Zenkiu a ti por tus benévolas palabras. No eres soso, hombre de Dios, que yo te leo y no me pareces nada soso. Lo que tienes son los pies sobre la tierra, cosa muy encomiable. Ya me gustaría a mí, algunas veces, tener el juicio tan claro.
En fin, que cada cual semos como semos.
Besotes, Luis Muiño.

Luis Muiño -

A mí me gustan mucho tus imágenes. Yo soy muy soso para eso (me temo que soy un tipo de esos de pensamiento analítico y abstracto) y creo que ciertas sensaciones y sentimientos sólo se pueden trasmitir con imágenes. Las tuyas me dicen cosas...y eso me encanta. Zenkiu.

Kiri -

Gracias, Aber. Será por tono poético, vamos.

Una escayolita en las napias. ¡Qué molón!

Gru -

Pues sí, uno en sí mismo encuentra lo necesario, aunque, a veces, es muy difícil darse cuenta de ello.

Me alegro de que no fuera de napias. Yo me rompí las napias en un accidente y me las tuvieron que volver a poner en su sitio (llevé en dos ocasiones una escayolita muy mona)... Y duele.

Aber -

Ná, Kiri, que tós nos llevamos costalazos en los costillares que pa qué. Oyes, bonito texto, me gusta el inspirado tono poético.

Kiri -

Menos mal que no caí de napias.

Kiri -

Y eso pasó hace un año, que me caí de ese guindo.
Con una costalada considerable.

Kiri -

Creo que todos tenemos una fantasía dominante. Madurar es relegar la fantasía a su propio mundo, diferenciarla de la realidad.

Me refiero a la fantasía que nos define. Hay quien piensa que es guapo o listo; o al revés, feo o tonto. Esto es una fantasía porque nadie es completamente feo, guapo, tonto o listo. Y muchas veces estos calificativos sólo responden a gustos subjetivos.
Mi fantasía era singularmente innecesaria, ya que presuponía que me faltaba algo que alguna otra persona podía darme.
Y no me faltaba de ná.

Kiri -

juas, no lo entiendo ni yo...

Gracias, muñeca. Luego explico lo que me pasaba hace un año.

Besotes de lunes.

Gru -

A mí me gusta tu forma de escribir. Lo que escribes está en tus claves personales y es lógico que no lo entienda (todos escribimos bastante en clave personal), pero me gusta mucho como queda el resultado estético y algunas ráfagas de pensamientos que parecen llegarme.

Este texto, que también leí hace un año, es hermoso.