Despertar
No sabía si terminar de despertarse.
No se sentía bien, pero el calor de las mantas y una incierta caricia de los primeros rayos del sol, le recordaron que aún seguía vivo.
La mujer sólo había permanecido un par de horas a su lado. Después se había marchado sin disimular cierta prisa, ya que el tiempo de vida que solía dedicarle era escueto. No quería ni podía otorgarle más.
Ni él se lo hubiera pedido.
El hombre no recordó, tampoco aquella mañana, -ya por falta de costumbre- los tiempos lejanos en que la sangre había circulado por sus venas. Cuando el contacto con otro cuerpo era una inspiración apasionada que lo alteraba todo, un sentirse gigantesco y muy pequeño a la vez. Una revolución compartida de células, fluídos y corrientes. Cuando los amaneceres eran siempre el mismo goce de amanecer inmaculado, vivido muchas veces y nunca repetido. Aquella belleza pura que le transportaba a su infancia y que le permitía respirar sin miedo, hasta el fondo de sí mismo, como si también él se hubiera convertido en aire .
No recordó, tampoco en esta ocasión, lo único real que había poseído en su vida: la última vez que había amado; que había respirado.
Sin embargo, todo estaba bien.
Calentaba el sol y era domingo.
Además, últimamente la angustia parecía haberse amodorrado un poco y, de vez en cuando, le dejaba un rato en paz.
¿Qué más se podía pedir, después de todo?
Se incorporó, caminó por la casa y se preparó el desayuno.
Y no olvidó llevar consigo su cuerpo cansado, arrastras por cada metro cuadrado de soledad.
No se sentía bien, pero el calor de las mantas y una incierta caricia de los primeros rayos del sol, le recordaron que aún seguía vivo.
La mujer sólo había permanecido un par de horas a su lado. Después se había marchado sin disimular cierta prisa, ya que el tiempo de vida que solía dedicarle era escueto. No quería ni podía otorgarle más.
Ni él se lo hubiera pedido.
El hombre no recordó, tampoco aquella mañana, -ya por falta de costumbre- los tiempos lejanos en que la sangre había circulado por sus venas. Cuando el contacto con otro cuerpo era una inspiración apasionada que lo alteraba todo, un sentirse gigantesco y muy pequeño a la vez. Una revolución compartida de células, fluídos y corrientes. Cuando los amaneceres eran siempre el mismo goce de amanecer inmaculado, vivido muchas veces y nunca repetido. Aquella belleza pura que le transportaba a su infancia y que le permitía respirar sin miedo, hasta el fondo de sí mismo, como si también él se hubiera convertido en aire .
No recordó, tampoco en esta ocasión, lo único real que había poseído en su vida: la última vez que había amado; que había respirado.
Sin embargo, todo estaba bien.
Calentaba el sol y era domingo.
Además, últimamente la angustia parecía haberse amodorrado un poco y, de vez en cuando, le dejaba un rato en paz.
¿Qué más se podía pedir, después de todo?
Se incorporó, caminó por la casa y se preparó el desayuno.
Y no olvidó llevar consigo su cuerpo cansado, arrastras por cada metro cuadrado de soledad.
29 comentarios
Kiri -
bErNaR -
Lo de las camas se vió que no, que le daba miedo dormir sola desde que le conté una verdadera historia de miedo. Las cuento medio bien, con poca luz y lo verídico no hace falta hacerlo más verídico. Y hay tantas que ponen los pelillos del brazo de punta...
Saludos, niñas.
Kiri -
Gru -
Abogo por las camas enormes y la separación de camas.
Gru -
Kiri -
Bamb-Bamb, comedora de letras -
Creo que se entiende lo que he escrito, :-)
Bamb-bamb "olía" a naranjas de la china!!! -
Y yo que tengo una de 90 para que no se me avecine ningún mozo templau creyéndose que como hay cama ya puede quedarse pa siempre... El actual, cuando viene -vivimos en distintas ciudades- descansa sus costillares en la cama que hace sofá-diván en el comedor.
Además, que lo de los ronquidos es insoportable. Otra razón más para no compartir lecho a la hora de dormir.
Voy a luchar por poner de moda lo de ser transeúnte ocasional de camas. No peor cosa para que la líbido no suba más allá de la altura de los pies que el verle el careto al colega con las legañas de la mañana.
Ya lo decía mi bisabuela: "Si quieres desenamorte, no hay mejor cosa que ver a tu novio cagando y con el moco colgando" -más o menos-.
bErNaR -
Kiri -
Y hay que ver la guerrita que dan.
Incluso, con esas dimensiones de cama, puedes meter a otro y todo.
Gru -
Pero es muy limpito y huele siempre muy bien, así que no incordia. También es que tengo una cama de 1,80 con colchones individuales para no molestarnos, que si no, a lo mejor no durábamos.
Kiri -
:-p
Kiri -
O sea que próximamente.
Kiri -
Luego lo cuento, que me está echando mi hija.
Que tiene que hablar con un pavo que la frecuenta en el messenger.
¿Será de buena familia?
Hum.
Kiri -
Si he quedao brutal y despiadada al decir esto, lo lamento y lloraré, en breves minutos,el tiempo de una muñeira. (Estoy leyendo a Torrente Ballester)
Ahora, el tiempo que estoy, estoy. No soy de estar por hacer gimnasia.
Para eso, contrataría a un profesional.
O utilizaría un vibrador.
Tampoco es que sólo sea capaz de estar por amorrrrr y tal. Pero tiene que haber su magia y su aquél, o no estoy.
Y, sobre todo, por Dios, eso fundamental: sólo puedo estar si sé que al otro le gusto y le pongo, por lo menos algo. No porque se preste a hacerme un favor (¡generoso!), o porque tenga él ganas de hacer gimnasia.
Para eso, que contrate a una profesional.
Sí, sí. Así están las cosas...
Bambolia Congelada y Empaquetada, lista para servir como helado, en el postre -
Lo mejor: que cada uno se vaya a su casa después de un polvo -o dos o tres, si llega el caso...¿?- y así luego no hay malos rollitos cuando pasa el tiempo y se evapora la pasión.
A veces me daría de bofetadas por ser tan rematadamente racional.
Kiri -
Ciri -
Kiri -
Este blog es con palabrotas.
Kiri -
Con el frío que hace.
Ciri -
Ciri -
Kiri -
Somos dos.
:-))))
Hombres, hombres...bah.
Sí, algunos están buenos, pero hay que ver lo que comen. Y lo que hablan.
Ayer me pasé yo la tarde con uno.
Se pidió una ración de bravas en el bar. Qué superficial, bah.
Ana* -
bErNaR -
Kiri -
Pero no sé yo si vamos a saber, ¿eh?
Aunque, bueno, hay libros.
Gru -
Kiri -
Que lo sepas.
Gru -