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Kiribati

El Discurso de la Felicidad

El Discurso de la Felicidad "El gran secreto para que el amor no nos haga desgraciados es tratar de no tener disputas con el amante, no manifestarle nunca solicitud cuando se enfría, ser siempre un grado más fría que él.Es algo que no nos lo devolverá, pero nada nos lo podría devolver: no hay nada que hacer, salvo olvidar a una persona que nos deja de amar.
... Es necesario que la razón aporte su consejo, no la razón que condena todo tipo de compromiso como contrario a la felicidad, sino la que, concediendo que no se puede ser demasiado feliz sin amar,busca que sólo amemos para nuestra felicidad...No hay que avergonzarse de haberse equivocado, hay que curarse, cueste lo que cueste, y sobre todo, hay que evitar la presencia de un objeto que no puede sino estremecernos, hacernos perder el fruto de nuestras reflexiones: porque en los hombres la coquetería sobrevive al amor; no quieren perder ni su conquista ni su victoria, con mil coqueterías saben reavivar un fuego mal apagado y mantenernos en un estado de incertidumbre tan ridículo como insoportable. Hay que cortar por lo sano, hay que romper sin retorno; es necesario, dice el señor de Richelieu, romper la amistad y desgarrar el amor... En la edad madura, la razón debe entrar en juego, a ella le corresponde hacernos sentir que debemos ser felices, cueste lo que cueste."

(Madame du Châtelet, El Discurso de la Felicidad)

11 comentarios

Sigo siendo el erizo -

Por cierto q me uta muxo tu cielo de fondo.
El Viernes estuve en una exposición en el museo diocesano de Modigliani, y mira por donde descubrí a Kisling: genial tú!

ERiceando -

Mira, totalmente de acuerdo con tus palabrotas, mira q decir esas palabrotas...tiene tela: "empatía con" cosas tienes muje! algunos ni conocen de ello.
Ando yo ahí luchando entre esos mares. Leyendo mucho ultimamente sobre el tema tb.
Besucos.

Raquel -

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Gracias

Kiri -

Planeta habitado =Fri.
Claro, jaja.

Kiri -

El señor Waterhouse la inventó, Fri.
Una extraña noche esta. La noche de la tila.
Un abrazo para ti, planeta habitado. :-)

Fri -

Preciosa sirena, Kiri. :)

Kiri -

(.....)

Así que este comportamiento, que en sí es reprobable en ambos sexos, en la práctica se fomenta entre los hombres.
Bueno, seguramente simplifico y generalizo, y esto no es muy justo, claro.
Y sí, la solidaridad y la empatía son valores imprescindibles para la felicidad. Pero con quien los necesita de verdad: sería interesante la empatía de los hombres hacia muchas mujeres,por ejmeplo.
Hacia mujeres que han sufrido ataques terribles a su autoestima, quizá desde niñas; hacia mujeres que son más pobres que ellos (las mujeres somos bastante más pobres que los hombres), etc. Y, en fin, sería bueno que procuraran acercarse a nosotras y apoyarnos olvidando sus pequeños egoísmos mezquinos. Intentar hacernos felices y hacerse felices ellos mismos, como bien apuntas, Esstu.
Por lo demás, hay cabrones y cabronas de todos los sexos y filiaciones, claro que sí, pero honestamente pienso que los cabrones de sexo masculino aún tienen la sartén por el mango.

(Menudo rollo más largo, uf..)

Kiri -

Bueno, para mí la empatía es un valor imprescindible en las relaciones, pero la empatía bien entendida: la de "sentir con", no la de "sentir por". Quiero decir que muchas manipulaciones pasan por intentar darnos pena, hacernos sentir culpables, etc. Esto no provoca empatía. Lo que hace es fomentar nuestra necesidad de aprobación, nuestro empeño por "ser buenas", porque nos vean buenas y nos aprueben y nos quieran por ello. Y yo creo que esta necesidad de aprobación, o falsa empatía, es mucho mayor en las mujeres, ya que, por la influencia secular del cristianismo, la mujer es un ser al que no se aprueba por sí mismo, sino que tiene que cumplir unas elevadas exigencias de comportamiento moral para que se la respete. Mucho más elevadas que las que se exigen a los hombres.
Un hombre con esa clase de "coquetería" manipuladora de que hablábamos, se ve a sí mismo como un conquistador y la rehostia de guay. Una mujer que actúa de esta manera, que las hay, claro que sí, está sujeta a mayor desaprobación. Se la tacha de calienta braguetas y de otras cosas. ¿Existe el término o el concepto de calienta-braguetas masculino?
Pues no, no existe.
(.......)

Esstupenda -

Esta Mme Châtelet era una mujer muy inteligente, y en realidad las cosas no han cambiado tanto desde entonces.
Lo que creo es que eso de la coquetería no es privativo sólo de los hombres, hay muchas mujeres seductoras que juegan a lo mismo, quizá es que siempre lo hicieron con más disimulo para no quedar de golfas, putas o brujas.
Creo que igual no estaría mal que los hombres también se dedicaran a hacer felices a los demás ( no es un mal valor, no hay que detractarlo como valor en sí, aunque haya servido para manipularnos antes); incorporar la empatía femenina al mundo no sería mala cosa.
Eso sí, la felicidad es un objetivo irrenunciable.

Kiri -

Vanas y crueles, Bambi, así es.
Puede que no, que no hayan prometido nada, pero han dejado su postura en la suficiente ambigüedad como para una persona cegada por la pasión o por la admiración, les siga bailando el agua. Y, en esa ambigüedad, invariablemente faltan a la verdad antes o después.
¿Realmente les hará tanta falta tener siempre a alguien babeando detrás de ellos?, ¿tan poca autoestima tienen?
¿Y de verdad no se dan cuenta del daño que producen?
¿Y del desprecio que te inspiran cuando entiendes al fin su jueguecito?

Bueno: ya somos mayores, al menos yo quiero ser mayor, y quiero vivir bien, lo mejor que pueda.
No quiero individuos de esos a mi alrededor. No quiero perder la cabeza, pero quiero mucha, mucha pasión. Y conseguir esto es difícil, pero no imposible.
En el fondo de todo está la obligación y la devoción que tenemos de querernos a nosotras mismas por encima de todo. Y querernos bien.

Mme de Châtelet era una persona excepcional. Fue matemática en una época (siglo XVIII) en que no había mujeres matemáticas. Y el Discurso de la Felicidad es una extraordinaria afirmación del derecho a ser felices que tenemos las mujeres, a pesar de las infinitas losas que nos ponen o que nos ponemos nosotras mismas.
Estamos programadas desde niñas para no ser felices, para anularnos en aras de "hacer" felices a otros.
Y tenemos que desprogramarnos como sea, cambiar el chip ya.

Bambolia -

Muy lista esta Madame de Châtelet, pero que muy, muy, muy lista.

No sé si es cuestión de ser feliz... para mí que se trata más de supervivir sin sufrir en exceso; o sea, sabiendo que no podemos obviar el dolor sentimental, conseguir que éste sea menor. ¿Cómo? Poniendo distancia y razón -como bien dice esta mujer-. A estas alturas no me sirve eso de que si pones razón te pierdes la pasión y la espontaneidad... todo es relativo, y la pasión no tiene el porqué estar reñida con andar, durante el mayor tiempo posible, con los pies en el suelo.

Lo de la coquetería varonil se da mucho: sé de más de uno al que le pirra el mantener las brasas por aquello de saberse deseado, sin más. ¿Qué la otra parte sufre? Que se joda, es su problema: yo nunca he prometido nada.

¡qué cansada estoy de esas afirmaciones vanas!