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Kiribati

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Sin forosa en minifalda

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Despertar

Despertar

No sabía si terminar de despertarse.
No se sentía bien, pero el calor de las mantas y una incierta caricia de los primeros rayos del sol, le recordaron que aún seguía vivo.
La mujer sólo había permanecido un par de horas a su lado. Después se había marchado sin disimular cierta prisa, ya que el tiempo de vida que solía dedicarle era escueto. No quería ni podía otorgarle más.
Ni él se lo hubiera pedido.
El hombre no recordó, tampoco aquella mañana, -ya por falta de costumbre- los tiempos lejanos en que la sangre había circulado por sus venas. Cuando el contacto con otro cuerpo era una inspiración apasionada que lo alteraba todo, un sentirse gigantesco y muy pequeño a la vez. Una revolución compartida de células, fluídos y corrientes. Cuando los amaneceres eran siempre el mismo goce de amanecer inmaculado, vivido muchas veces y nunca repetido. Aquella belleza pura que le transportaba a su infancia y que le permitía respirar sin miedo, hasta el fondo de sí mismo, como si también él se hubiera convertido en aire .

No recordó, tampoco en esta ocasión, lo único real que había poseído en su vida: la última vez que había amado; que había respirado.

Sin embargo, todo estaba bien.
Calentaba el sol y era domingo.
Además, últimamente la angustia parecía haberse amodorrado un poco y, de vez en cuando, le dejaba un rato en paz.
¿Qué más se podía pedir, después de todo?
Se incorporó, caminó por la casa y se preparó el desayuno.
Y no olvidó llevar consigo su cuerpo cansado, arrastras por cada metro cuadrado de soledad.

Variaciones

Variaciones

¿Cómo se escribe sabiendo que uno escribe para sí mismo?. O para sí mismo y algunos amigos, sin más trascendencia, ni más búsqueda del Santo Grial, que la de compartir un mensaje leve y amable.
¿Cómo se escribe sin pretensiones?
Ahora mismo me entran ganas de recordar dos historias, casi, casi verdaderas, que me sucedieron hace poco en dos lugares reales. Y me trabo al intentar empezarlas.
Es que no sé por qué las cuento.
No sé quién estoy siendo al contarlas.
Si alguien lo sabe, que me lo diga. Así podré contradecir sus palabras.
O que no me lo diga.
Mejor sólo me desfogo un poco y luego nos vamos todos a algún velatorio gallego, uno de esos en los que los cristianos vivitos y coleando cargan cada uno su ataúd - no sea que luego les llegue la hora de verdad y no hayan cumplido lo que quiera que sea que tenían que cumplir- y finaliza todo en una romería lúbrica y veraniega, con contactos carnales variados entre los castaños y el brezo.
Pero ya he empezado a hablar: esto es un vicio. Así que, sea quien sea la que habla, yo o yo, o mi siamesa, o quizá alguna gilipollas irredenta delante de un teclado, y sin saber aún para qué, continuaré largando un poco más.

La primera historia a recordar, narraría cómo y por qué cometí anteayer la aparente tropelía de arrojar a un precioso fantasma, en forma de niña con tirabuzones y frufrús, por la barandilla de un puente sobre el río Tajo.
Lo hice, bien lo sabe Dios, porque la criatura resultó ser una pelma de padre y muy señor mío.
No me quedó otro remedio.
Sé que mi acto puede parecer cruel y deleznable. Era tan mona... pero se trataba de mi supervivencia o la suya. Bueno, la suya no, porque ya estaba muerta desde 1919. Pero es que, para estar muerta, ojo la murga que daba.
Pretendía que le comprara una Barbie. LLoriqueaba, parloteaba y se quejaba sin cesar, persiguiéndome por los setos laberínticos de mi palacio (porque debería ser mío, naturalmente) de Aranjuez.
Yo me había apiadado de ella unas horas antes, al verla tan solita en su inmortalidad encantada, y había cedido a sus ruegos de adoptarla como niña-fantasma personal.
Error.
Grave error.
No consideré que, si vagaba tan solita entre los parterres, por algo sería.
Y era porque no la soportaba ni el tato.
De modo que la agarré por uno de sus pies calzados con calcetinitos de punto de seda y zapatitos de charol, y fue su destino (¿o fue su azar?) hacer splash con grandes aspavientos, amerizando entre las aves acuáticas que graznaban a los chopos desnudos incendiados por el ocaso y bla bla bla.
Supongo que más tarde saldría a flote, con lo cual ahora andará recorriendo los senderos de la Isla en busca de algún nuevo incauto al que dar la brasa.
Advierto, pues, de este grave peligro a los futuros paseantes de los jardines de Aranjuez.

La segunda historia consiste en que la Dama de Baza me ha concedido audiencia, esta mañana, en su urna del Museo Arqueológico Nacional.
No es la primera vez, claro, pero hoy nos hemos quedado más rato charlando.
Doña Cloti (la Dama de Baza se llama Doña Cloti), se ha transfigurado, como acostumbra, de fría piedra inmóvil en la auténtica y muy carnal Diosa Madre mediterránea, en su versión más arisca pero también más fundamentada y enjundiosa: la de Señora de la Ultratumba.
Pues bien: no hay secreto cuya respuesta Doña Cloti ignore.
Y, me estará mal el decirlo, pero, como me tiene cierta afición, me habla a menudo.
¿De dónde, si no, sacaría yo tantísimo embuste? :-D
Ya contaré lo que me ha dicho, ya.

Y ya he vuelto a escribir y a decir aquí estoy yo.

Incorregible.

Soy inconstante hasta para las vacaciones.

Colocón en la Cartuja

Colocón en la Cartuja

El día de ayer nos salió digamos que durillo.

Así que, por la cosa del relax y la recuperación de la paz interior, hoy me tocaba hacer de dominguera camarita en ristre (bueno...no recuerdo si he mencionado que me compré hace poco una cámara digital); y subirme con mi cochecillo a las alturas nevadas, allá por los remotos confines de la civilización, donde serpentea sobre agrestes picachos la frontera con Segovia.
Yo siempre he creído que el aire de la Sierra de Madrid era muy puro.
Hoy he comprendido que mi estimación era algo precipitada, porque eso depende.
Depende de las zonas: lo que es dentro de la Cartuja de El Paular te agarras un colocón que lo flipas, vamos. Y el que no me crea, que lo compruebe in situ.
Éramos una fila nutrida de visitantes los que recorríamos el hermoso edificio, detrás de un monje que al principio parecía muy puesto en su papel de guía. Yo en seguida me he dado cuenta de que aquellas desaforadas nubes de incienso que flotaban por todos los rincones de la Cartuja, comenzaban a producir sus efectos sobre los miembros de la expedición. Empezando por un par de ancianitas que, nada más pasar el claustro, dieron en adoptar una expresión ausente, perdida la mirada en el vacío, el cuello tieso y las pupilas muy fijas y dilatadas.
El segundo factor que, al cabo de unos minutos de visita, ha alertado mis sensores ha sido el ji ji ji que soltaba el monje guía sin ton ni son, al final de algunas frases. Las cuales frases no eran, entiéndase bien, frases de ji ji ji.
La gente se daba codazos primero, pero luego le coreaba. La gente es así.
-Porque esta sillería de coro del siglo XVI, no se me sienten que cobramos, no, cobran ustedes, ji ji ji... No se toca, no se toca, ji ji ji...
Y la peña coreaba:
- No se toca, no, no, no se toca, ji ji ji.
Pero lo mejor era cuando cambiábamos de sala. El reverendo sacaba de no se sabe dónde una profunda voz de gañán y tronaba a su rebaño:
-¡¡¡¡Y EL ULTIMO QUE CIERRE LA PUERTAAAAA!!!!.
Y la peña coreaba:
-¡¡¡EL ÚLTIMO QUE CIERRE LA PUERTAAAAA!!!!, - y luego añadían.- ¡ji ji ji!
Andábamos todos tambaleantes. No importa: nuestro guía espiritual nos ha puesto en fila de a uno, a fin de que nuestras almas no se descarriasen.
-¡¡¡¡TODOS DE A UNO, TODOS DE A UNO!!!!
Y la peña repetía como un eco:
-¡¡¡TODOS DE A UNO, JI JI JI!!!
-Y ahora vamos a jugar al ajedrez.- ha sentenciado el buen hombre muy serio, aunque sin dejar de balancearse, cuando hemos llegado ante el retablo.
A continuación, tras un grácil saltito sobre el enlosado blanco y negro, me ha dado un barrigazo.
No me lo estoy inventando, ¿eh?. Me ha dado un barrigazo. Seguido de un ji ji ji. Y yo no sé por qué me ha dado un barrigazo. Sólo sé que a nadie le ha importado nada, ni siquiera a mí, ya que estábamos todos drogados y no éramos personas ni teníamos conocimiento.
-Y ahora me pongo en la puerta con la mano así.- ha dicho mostrando su gordezuela extremidad entreabierta.- y ustedes me echáis los monis.
Y la peña dice:
-Los monis, los monis, ji ji ji.
Sólo después de salir de allí, pasar un buen rato en las cimas nevadas y refrescarme el careto con un puñado de nieve, he vuelto a mi circunspección habitual. Pero antes, desde la cuneta, he visto pasar los coches con la gente de la visita, que iban todos haciendo ji ji ji. Y, en uno de aquellos coches, iban también las dos ancianitas de mirada extraviada.
He pensado:
-Joder, qué cosas.
Y lo sigo pensando: joder, qué cosas.

Menudo dolor de cabeza.

Bombadil

Bombadil

Lo bueno que tiene la gripe es leer en la cama.
Claro que, después de haber tenido dos trancazos semejantes en el intervalo de un mes, mayormente creo yo que me van a tener que recoger con pala. Pero bueno. La culpa la tengo yo (otro placer de la gripe: el gustillo masoca de la auto-recriminación...mmmmm....!!!)por haber dejado de comer naranjas.
De aquí a un par de días, empezaré a dormir como una cosa tonta. Siempre pasa. Y menos mal, porque así me recupero.
Esta jodida atmósfera estancada de Madrid...Estancada y helada. Los virus no se mueren ni a tiros. Los cabrones se hibernan y luego se reviven.

En fin. Leyendo, leyendo, me encuentro una cita de un poema de Tolkien:

"De nuevo ella huyó, pero él vino rápidamente,
¡Tinúviel! ¡Tinúviel!
La llamó por su nombre élfico
y ella se detuvo entonces, escuchando.
Se quedó allí un instante
y la voz de él fue como un encantamiento,
y el destino cayó sobre Tinúviel
y centelleando se abandonó a sus brazos".

Tolkien era un gran poeta. Y hay que ver lo que molaría llamarse Tinúviel, o Baya de Oro, y centellear una cuando una se abandona a los brazos de rigor. Aunque, como toda la Humanidad conoce, yo tengo una identidad élfica secreta. Pero, las cosas como son: mucho, mucho centelleo no tiene. Si acaso, petardeo.

Tampoco mi personaje de Tolkien favorito es un elfo. Ni sale en las pelis de El Señor de los Anillos.
En realidad, no se sabe a qué especie pertenece. Es más viejo que el bosque donde vive y también es el dueño de la poesía.
Cada vez que alguien le pregunta qué es, él responde que es Tom Bombadil.
"El viejo Tom Bombadil es un sujeto sencillo,
de chaqueta azul brillante y zapatos amarillos".

Y no tengo ni idea de qué relación tienen, unas con otras, las cosas que acabo de escribir.

Pero yo, de mayor, quiero ser Tom Bombadil. :-)

Incendio

Incendio

Descubrirás un incendio al otro lado del río,
prendido entre la leña de los chopos desnudos.
Creerás que es eterno ese sol del invierno
reflejando su gloria en la corriente turbia.

Pero, desde esta orilla, si lanzas tu mirada
-como la flecha de oro del arquero Krishna-
y trazas la curva más perfecta del tiempo,
hallarás que entre el hielo aún flota una pregunta.

Y que no queda plazo para responder nada
antes de que la turba de las aves acuáticas
repare en ti y se agite mostrando desagrado,
sellando otra sentencia de expulsión del Jardín.

Así son tus ocasos desde hace diez mil años:
con ellos formarías una escala infinita
hacia ninguna parte, porque, después de todo,
tus labios no sabrían pronunciar la respuesta.

Nunca desayunaré en Tiffany

Nunca desayunaré en Tiffany

Nunca desayunaré en Tiffany
ese licor fresa en ese vaso
Modigliani como tu garganta
nunca
aunque sepa los caminos
llegaré
a ese lugar del que nunca quiera
regresar

una fotografía, quizá
una sonrisa enorme como una ciudad
atardecida, malva el asfalto, aire
que viene del mar
y el barman
nos sirve un ángel blanco, aunque
sepa los caminos nunca encontraré
esa barra infinita de Tiffany
el juke-box
donde late el último Modugno ad
un attimo d'amore che mai piu ritornera...

y quizá todo sea mejor así, esperado

porque al llegar no puedes volver
a Itaca, lejana y sola, ya no tan sola,
ya paisaje que habitas y ususrpas
nunca,
nunca quiero desayunar en tiffany, nunca
quiero llegar a Itaca aunque sepa los caminos

lejana y sola.

(M. Vázquez Montalbán)

Y esto...

Y esto...

...es una obra donde había unos albañiles muy simpáticos.
No sé, debe ser un centro comercial o algo así, porque una cosa tan grande, y dedicada a la familia, sólo puede ser un centro comercial.
Por dentro estaba llenito de japoneses. Bullían en su interior por acá y acullá, por arriba y por abajo, como un ejército de hormiguitas alegres, disciplinadas y hacendosas.
El centro comercial tiene buenas vistas, pero, al rechazar el ascensor -como recias castellanas que somos,representantes de la altiva víscera hispana en una tierra infiel- para subir a contemplarlas, pues todavía tengo yo agujetas.

Y aquí tenemos...

Y aquí tenemos...

...la casita de Pasqualet, el amable caballero con bigote que nos invitó a besugo.
Aunque la gente insistía en que es muy honorable, él nos miraba con ojitos picarones. En fin, mientras pague las facturas...

Son fotos hechas con mi nueva cámara digital. No sé si he mencionado que tengo una cámara digital nueva.

El Monumento...

El Monumento...

...a Sokol.
Ahí está, en todo su esplendor fálico, en medio de la Ciudad de los Prodigios. Lógico, claro, porque representa a un prodigio.
¿Cómo será cuando enchufen el surtidor de horchata?
Obnubilada me quedé por el realismo de la representación.
Y eso que es una maqueta en tamaño reducido.
Pero bueno, para hacerse una idea vale.

Me voy de viaje

Me voy de viaje

A las tierras del Mediterráneo.
Cuidadme el blog.
Cuando vuelva, dilucidaremos entre todos si me hago camionera lesbiana o camarera sexy de bar de camioneros. Las dos opciones me molan, pero me cuesta decidirme. Y es que ya tengo una edad, y mira el año que estamos. Y todavía no me he decidido.
En fin...Siempre me costó definirme en ese juego de poder que son las relaciones entre los sexos. O entre el sexo y el sexo. O entre el no sexo y el sí sexo. O entre el no sexo y luego sí y luego no. O entre el sexo, la Peña Huevera y las abubillas vírgenes.
Qué complicado, por Dios.
Lo de las avestruces está bien, pero Gru aún tiene que adiestarlas para que sean amantes complacientes.

Regresaré en un par de días, no más. Id pensando una respuesta para aconsejarme.

Sed bochornosamente malos, estrepitosamente malos, épicamente malos.

Yo lo soy. Mucho. ;-)

El Quinto Propósito

El Quinto Propósito

"Una de las principales causas de pérdida de entusiasmo es la sensación de que no nos quieren... Un hombre puede tener la sensación de que no le quieren por muy diversas razones. Puede que se considere una persona tan horrible que nadie podría amarle; puede que en su infancia haya tenido que acostumbrarse a recibir menos amor que otros niños; y puede tratarse, efectivamente, de una persona a la que nadie quiere...
...la gran mayoría, tanto hombres como mujeres, cuando no se sienten queridos se hunden en una tímida desesperación, aliviada sólo por ocasionales chispazos de envidia y de malicia. Como regla general, estas personas viven muy reconcentradas en sí mismas, y la falta de afecto les da una sensación de inseguridad de la que procuran instintivamente escapar dejando que los hábitos dominen por completo sus vidas... Suelen actuar así por miedo al frío mundo exterior...
Los obstáculos psicológicos y sociales que impiden el florecimiento del cariño recíproco son un grave mal que el mundo ha padecido y sigue padeciendo. A la gente le cuesta trabajo conceder su admiración, por miedo a equivocarse; y le cuesta trabajo dar amor, por miedo a que les haga sufrir la persona amada o un mundo hostil. Se fomenta la cautela, tanto en nombre de la moral como de la sabiduría mundana, y el resultado es que se procura evitar la generosidad y el espíritu aventurero en cuestiones afectivas. Todo esto tiende a producir timidez e ira contra la humanidad, ya que mucha gente queda privada durante toda su vida de una necesidad fundamental, que para nueve de cada diez personas es una condición indispensable para ser feliz..."

(Bertrand Russell)

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Yo añadiría mi personal desaliento y rabia profunda, al ver a magníficas y valiosas personas en mi entorno, personas que me han sido muy queridas, no ya infelices, sino auténticamente enfermos por haber insistido tercamente, todos los días de su vida durante años, en negarse la facultad y la necesidad natural del amor. Bajo la excusa de la "racionalidad", en general: excusa torpe donde las haya, que sólo oculta un profundo acojonamiento nada racional ni precisamente adulto.
Y añadiría aún más: creo que, por mucho que los demás me puedan hacer sufrir, me negaré SIEMPRE a dejarme doblegar por esa precisa clase de estupidez humana.
Igual que no me corto la mano derecha, no me corto los sentimientos ni me los atrofio.
Y la única cautela (no es poca) que pienso guardar al respecto es la de fijarme bien para procurar no depositarlos en personas que no saben, no pueden o no quieren sentir, porque se han encargado de mutilarse bien mutilada esa parte fundamental de sí mismos y la han sustituído (con escaso éxito) por interminables cadenas de argumentaciones, palabrería y sabidurías de salón.

Y para ser domingo, ya he largao bastante.

Creo que me iré de excursión con la señorita hija.

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La imagen es Orión. No tiene que ver con el texto, es que me mola a mí.

Propósitos para el nuevo año

Propósitos para el nuevo año

I. Abusar del sexo.(El mío y el de los demás, pero siempre con educación, con mucha educación y manejando la fusta sin acritud)
II. Escribir cosas en mi agenda nueva, que es muy bonita. (Y tiene las tapas rojas)
III. Montarme en las avestruces de Gru.(A pelo; a pluma mejor dicho. Juas)

Y

IV. Plantearme como logro fundamental de mi vida el hacer las tres cosas a la vez, mientras llevo a cabo mi magnífica imitación de la Duquesa de Alba.


A TOMAR POR SACO EL 2004

*Os perdono*

Mago

Mago

De los hombros del Mago pende una capa roja y porta el Infinito por sombrero.

El bailarín errante le hizo la pregunta.
Sólo él podía atreverse, puesto que no está cuerdo
y no le debe a nadie explicaciones.
(¡Qué alegre parecía cuando emprendió el camino
que lleva a las montañas azules del Oeste!).

En seguida el Mago se puso a la tarea:
nada le gusta más que construir respuestas
para su viejo amigo y camarada.
Revisó con sus ojos penetrantes
el contenido de vetustos códices.
Ordenó sus precisos instrumentos:
el timón de Simbad,
y las cuerdas de Orfeo;
la escuadra de Hiram
y la espada de Arturo;
el espejo de Balkis
y el caldero de Gwion.
Reunió los materiales infalibles:
fantasía, manos, corazón, memoria,
corriente luminosa, llamarada certera.

Como no es para nada amigo de la prisa,
se detuvo a pensar, paladeando el tiempo:

"Debemos esperar todavía una luna
para que el viento nos diga su palabra,
y nos susurre el almohadón de plumas
un secreto asombroso del que anhelamos
ser los dueños con toda nuestra alma"

Y se dispuso a entretener los siglos
tomando el té en el césped con Alicia
hasta que brillaron las luciérnagas
y se volvió inminente un cambio en el paisaje.

No me da la gana

No me da la gana

Decir Feliz Navidad. Ni poner horteradas de adorno en mi casa. Ni comer polvorones pastosos. Y el primer honrado trabajador vestido de Papa Noel que me encuentre, a la que se descuide le hostio.

Es lo que hay.

La asombrosa y verídica leyenda de la Peña Huevera

La asombrosa y verídica leyenda de la Peña Huevera

Una mañana de hace muchos, muchísimos años, paseaban por las afueras del hermoso pueblo de Valdelaguna dos labriegos naturales del lugar.
Al llegar a cierto enclave elevado, les sorprendió un extraño sonido procedente de una gran peña cercana. El sonido nacía del interior mismo de la piedra y era una especie de "bur-bur" repetido.
Derrochando racionalidad y sentido común, los dos labriegos dedujeron enseguida la causa del sonido misterioso:
-Es la Virgen, que se ha quedado atrapada dentro de la peña e intenta decirnos que quiere ir a Burgos.
-Entonces, lo que debemos hacer ahora mismo es liberarla. Vamos a liarnos a pedradas para que se abra la peña y la Virgen se pueda escapar. *
Sin embargo, se dieron cuenta de que, si usaban piedras, podían herir a la Virgen sin querer, así que decidieron usar algo que no pudiera causar daño. Eligieron estampar huevos contra la peña.
Se pusieron de inmediato manos a la obra. Pronto se les unieron los demás lugareños, llevando consigo cestas y más cestas repletas de huevos, que lanzaban contra la piedra, de la cual no cesaba de salir el "bur-bur" enigmático.
Cientos de huevos, miles de huevos, millones de huevos (¿será por huevos en mi pueblo?), en tal cantidad que se formó un torrente de huevo montaña abajo y una pareja de bueyes que recorría el valle tirando de su carro, pereció ahogada en huevo.
Finalmente, a golpe de huevo, consiguieron que la peña se abriera por la mitad. De ella salió una abubilla, puesto que era este ave, y no la Virgen, quien emitía el ruidillo.
Desde entonces, los de Valdelaguna somos llamados abubillos en todo el contorno.
La peña existe, al menos lo que queda de ella tras los huevazos: se llama obviamente Peña Huevera.

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(*)Por supuesto, estas frases están traducidas al castellano. En el idioma original de Valdelaguna sería más o menos:

-¡Dá copón! Mia lo que suena pallí, galán. La vilgen que se quié il a Bulgo.
-¡Eh, que helmosa! Chacho, Trae un cacho canto carribamos la peña pa que salga.

La Cabra...

...del logo es una obra del paisajista americano Albert Bierstadt.
Esperemos que no se coma el fondo verde. Si alguien pasa por aquí y la ve mordisqueando, que la diga algo. A ver si cuando vuelva me encuentro los cables del ordenador al aire, je.

Me voy de reunión.

¡Otra vez! :-(

Nada tan dulce

Nada tan dulce

Como mi cama en estas noches frías. Apagar la luz y escuchar el ronroneo de la gata, que se duerme en la alfombra. Abrazarme. Yo me abrazo, siempre lo hago: soy mi propio peluche.
Me coloco en posición fetal.
Comienza toda una noche en mi país favorito.
Mañana tendré que hacer esto y lo otro...Muchas cosas, siempre muchas cosas, pero serán mañana porque ahora sólo tengo que sentir calor y sosiego.
Hay un poco de alcohol en mis venas y retazos de frases en el aire. Las recuerdo y me río: son como un caramelo antes de cerrar los ojos.
Me autohipnotizo.
Mi existencia continúa en suspenso. Continuará así por no sé por cuánto tiempo. Una vez me dijiste que levanto muros. Es cierto, y detrás del muro estoy yo.
No se puede pasar.
Ni siquiera sé si la puerta volverá a abrirse.
Estoy demasiado cansada para decidir.
Necesitaría dormir durante años, pero bueno...Creo que con las noches tendrá que bastar.

La foto....

La foto....

... del logo es Noceda, un rincón de la Sierra de La Cabrera, en otoño. Es una imagen que me impactó por sus colores. Pertenece a un reportaje recogido en

http://www.guiarte.com/cabrera1/

Esta imagen de arriba también es de la misma Sierra, de Castrillo de Cabrera. Aunque aparece algo chapuceramente recortada, merece la pena verla en grande en:

http://www.pueblos-espana.org/castilla+y+leon/leon/castrillo+de+cabrera/LA+UTRE/

Es una zona de castros célticos, claro. Salvaje, muy salvaje.