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Kiribati

De Mitos y Símbolos

Cuentos

Cuentos Cuando mi hija y mis sobrinas eran muy pequeñas, durante los veranos en el pueblo, me las llevaba a dormir la siesta conmigo. Siempre, siempre, tenía que contarles un cuento.
Les conté la leyenda de Arturo, los caballeros de la Tabla Redonda y el Santo Grial. Claro está que los Caballeros de la Tabla Redonda juraban ser ser sinceros, leales, valientes, y ayudar a los débiles:sólo así Arturo los armaba caballeros.
Por supuesto, cayeron las aventuras de Ulises y del Caballo de Troya.
Y también cuentos tradicionales, aunque a veces transformábamos a Caperucita en verde y la convertíamos en una gamberra que le tenía al Lobo comida la moral.
Inventamos también un personaje que ellas aún recuerdan muy bien: la Teja Misteriosa. No sé por qué era una Teja ni que tenía de misteriosa, pero primero daba miedo, después risa y luego terminaba todo bien, porque la teja se caía al suelo, se rompía y la tirábamos a la basura.
El caso es que construimos toda una mitología.
Recuerdo la asombrosa historia del Gigante Jopetones y la Reina de los Elfos, en la que salíamos como personajes los miembros de la familia, además de un árbol enorme, una escalera invisible que arrancaba de detrás de nuestra misma casa, unos caballos color violeta y un campo sembrado de hortalizas parlanchinas.
No es extraño que luego, cuando menos se lo esperaba uno, alguna niña sentenciara con absoluta seriedad que "los pepinos están vivos" o "hay un dinosaurio en el patio" (esto último tras divisar una lagartija). O "al pan le gusta mucho comer gatos".
Y es que las cosas son como son, pero también, a veces, son al revés.
Por lo menos a la hora de la siesta.

Es fantástico tener un país propio al que volver.

Un país donde todo es posible y donde todo termina bien.

Antiguos Seres

Antiguos Seres Los carpetanos celtibéricos adoraban, desde tiempos inmemoriales, a un ser femenino a quien los romanos identificaron con Diana.

Dicho ser femenino, cuyo nombre hemos perdido, moraba en bosques, arroyos y fuentes, acompañada por un cortejo de jóvenes que nuestros invasores asimilaron, a su vez, a las ninfas.
Diana y ninfas sólo son tranquilizadoras denominaciones para bien pensantes ciudadanos latinos.
Pero nada más lejos de las risueñas efigies clásicas.
Hablamos de criaturas salvajes. De canciones como roncos gemidos que hielan la sangre de los hombres que espían.
De lobos que se acercan a la hoguera, en las noches de luna llena, para prestar la caricia de su piel a seres adormecidos en brumas de hierba.
En todas partes, esa Diana agreste tuvo un mellizo bello y tenebroso.
Armado con flechas y envuelto en pieles, mostró su sonrisa feroz entre los etruscos; fue llamado el Lobo Oscuro entre los griegos primitivos y Siegmund donde ella se llamó Sieglinde.

Aquí se ha perdido.
No sólo su nombre: hasta su recuerdo ha sido borrado.
Tal vez yace en lo profundo de la Sima del Destino, cerca del río de muchos ojos, allá donde descendió a buscarle el buen caballero loco.
Tal vez la desdicha le volvió doliente y languideció entre las tumbas de la catedral.
Puede que su no-nombre se murmurara al oído de los niños que duermen poco.
Quedan piedras, inscripciones, mañanas de San Juan. Un héroe y una espada.
Un amor inmortal y prohibido que se forja, incandescente, en el yunque del dolor más terrible.

Daban mucho miedo los mellizos divinos, los mellizos salvajes. Aún dan mucho miedo.

Dragón

Dragón Me gustan los dragones.

He leído que el símbolo que encarnan es terrible y poderoso:" lo elemental, lo primitivo...la energía animal que acecha en nuestro interior... la energía primigenia de la materia que puede ser desviada para propósitos buenos o malos..."(*)

Pero ésta es sólo una posible interpretación. No olvidemos que el dragón es el guardián de un tesoro. O de una princesa cautiva, que en este caso viene a ser lo mismo. El carcelero. Por eso el héroe, con gran peligro de su vida, tiene que atravesarlo con su espada y así liberar la belleza aprisionada.

"Una gran cantidad de oro y joyas ocultos en una cueva guardada por un dragón o una serpiente simbolizan el saber interior oculto en el subconsciente"(*)

"En el Occidente el Dragón siempre fue concebido como malvado. una de las hazañas clásicas de los héroes (Hércules, Sigurd, San Miguel, San Jorge) era vencerlo y matarlo. en las leyendas germánicas, el Dragón custodia objetos preciosos. Así, en la Gesta de Beowulf, compuesta en Inglaterra hacia el siglo VIII, hay un dragón que durante trescientos años es guardián de un tesoro. Un esclavo fugitivo se esconde en su caverna y se lleva un jarro. El Dragón se despierta, advierte el robo y resuelve matar al ladrón; a ratos baja a la caverna y la revisa bien. (Admirable ocurrencia del poeta atribuir al monstruo esa inseguridad tan humana.) El Dragón empieza a desolar el reino; Beowulf lo busca, combate con él y lo mata. "
(http://www.angelfire.com/comics/tenshi/dragones.htm)

Cada uno de nosotros tiene su propio dragón.
Y en realidad yo no creo que haya que matarlo, sino domesticarlo: convertirlo en una mascota. Esto ya es rizar el rizo, claro.
De todas maneras, lo que yo quería decir es sólamente que me gustan los dragones. Los iconos de dragones. Las figuras de dragones Tengo una pequeña en la mesilla de noche desde hace años, con su tesoro entre las patitas y todo.
Y el que más, el rey de todos los dragones es el que se ve (aunque no muy bien) en la foto: es de Gaudí y custodia la entrada de la Finca Guell.

Espero verlo de cerca algún día.

http://www.geocities.com/SoHo/7745/fi1.htm

(*)David Fontana, El Lenguaje de los Símbolos

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...hace muchos, muchos años, cuando éramos niños, logramos reunir un tesoro. Un montón de joyas de brillo asombroso que nos hacían sonreir. Luego vino el dragón y asoló el Reino...se quedó a la puerta de la cueva en cuyas profundidades aún yace el tesoro. Y no permite que nadie entre allí: es poderoso, es mortal y sabe causar daño, un daño profundo y duradero, como una extraña quemadura interior. De modo que hay que encontrar la espada adecuada, la más poderosa. Y pasar al otro lado. Porque al otro lado está.....

La Hermosa Bestia de la Oscuridad

La Hermosa Bestia de la Oscuridad "Bella, la menor de cuatro hermanas era en la favorita de su padre, debido a su bondad desinteresada y su actitud cariñosa.
No obstante, al pedirle una rosa blanca, pone en peligro la vida de su padre y las relaciones ideales con él, pues la rosa blanca es robada en el jardín encantado de la Bestia, quien, llena de cólera, le impone el castigo de que en el lapso de tres meses debe entregarle a su hija menor, a cambio de poner a salvo su vida. Así es como la Bella se ve obligada a vivir con la Bestia, hasta el día en que, redimido por el amor, vuelve a su condición humana trocado en un hermoso príncipe."

Para los seguidores de Bruno Betelheim (Psicoanálisis de los Cuentos Infantiles) "el cuento simboliza la animalidad integrada en la condición humana, pues en muchísimos mitos y cuentos populares se habla de un príncipe convertido por arte de hechicería en un animal salvaje o en un monstruo, que es redimido por el beso y el amor de una doncella; un proceso que, según el psiquiatra M-L. von Franz, simboliza la forma en que el ánimus (la imagen del hombre en el inconsciente colectivo femenino, según Jung) se hace consciente.

En muchos mitos, el amante de una mujer es una figura misteriosa y desconocida que ella nunca debe ver y al que sólo puede tocar en la oscuridad. De lo contrario, si enciende una luz y revela su identidad, corre el riesgo de no redimirlo de su condición monstruosa. El ejemplo está en la doncella Psique, quien era amada por Eros, pero tenía prohibido que intentara mirarlo. Eros la visitaba sólo por las noches y desaparecía al despuntar el alba. Las hermanas de Psique le advirtieron que el hombre con quien vivía era un monstruo horrible que no se atrevía a mostrarse a la luz del día. Entonces Psique, curiosa por descubrir el misterio que guardaba su amante, encendió el mechero y se enfrentó a la hermosa imagen del hombre que dormía a su lado. Pero como estaba nerviosa y sorprendida, agitó el mechero y dejó caer una gota de aceite sobre el hombro de Eros, quien despertó y la abandonó por haber visto lo que no debía. De modo que Psique pudo recuperar su amor sólo después de larga búsqueda y muchos sufrimientos."

( http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/hist/montoya3.htm )

El monstruo se oculta. No se le puede mirar: está prohibido, o fue embrujado hace siglos por una hechicera.
Hay que amarle con los ojos cerrados y la luz apagada. O hay que amarle a pesar de su apariencia repulsiva.
Yo creo que, más que la animalidad que dice Montoya, este mito simboliza la enseñanza de dejarse llevar por el deseo puro, sin pararse en minucias como la apariencia o la especie zoológica... :-)).

Imagen. Cartel cinematográfico de La Belle et la Bête, de Cocteau.

El Minotauro

El Minotauro La Sombra puede morar en el centro en un Laberinto, donde es tan difícil entrar como salir. Puede alimentarse de jóvenes inocentes ofrecidos como tributo. Puede ser una aberración genética de voracidad interminable, asi como la manifestación viviente de los pecadillos familiares: un hijo al que ocultar en los subterráneos de palacio porque no da muy bien en las fotos.
Además da miedo, mucho miedo.

"El poeta latino Ovidio, en sus "Metamorfosis" nos ha dejado narrados, con su inimitable estilo, algunos detalles referentes al mito de Minos. Fruto de los amores antinaturales de su esposa Pasifae, enamorada enloquecídamente de un toro, animal siempre presente en los mitos cretenses, habría nacido un monstruo, medio hombre y medio toro, conocido como Minotauro, al que Minos decidió ocultar encerrándolo en un lugar sombrío y tenebroso (el Laberinto), cuyas mil vueltas hacían que quienes en él entraban no fueses capaces de salir. Incluso Dédalo, el arquitecto más hábil de la época, creador del Laberinto, apenas hubiera sido, el mismo, capaz de encontrar la salida.

Minos, rey de Creta, había condenado a los atenienses a pagar un duro tributo. Debían enviarle siete varones y otras tantas hembras para ser entregados a la crueldad del Minotauro. Uno de esos infelices era Teseo, hijo del Rey Egeo, pero he aquí que Ariadna, la hija de Minos, la doncella de las rubias trenzas en palabras de Homero, sintió piedad y sin duda amor por él, entregándole un hilo que Teseo ató a la entrada del Laberinto, pudiendo salir de ese modo, felizmente, después de haber dado muerte al monstruo, huyendo con Ariadna a la cercana isla de Naxos, una de las Cícladas, donde olvidando toda la gratitud que le debía tuvo la crueldad de abandonarla. En Naxos Ariadna caería en la más profunda desesperación pero sería pronto consolada por Dionisios, dios lúdico y civilizador, que tras ofrecerle su amor habría de colocar en los cielos la corona que le había dado en el deseo de hacer inmortal el recuerdo de esta princesa tan virtuosa. "

( http://www.iespana.es/antiqva/creta/minotauro.htm )

Pues no sé yo quién era más monstruito, si el Minotauro o Teseo.

La Sombra

La Sombra Los deseos más elementales y antisociales del hombre dieron origen, según Jung, al mito de la Sombra. Todas aquellas pulsiones que aprendemos a reprimir en los primeros años de vida, para hacernos dignos del amor de nuestros padres, y que luego hemos de recuperar y reciclar en la vida adulta para integrarlas en nuestra personalidad: es nuestro deseo de agredir para conseguir lo deseado, en una palabra.
En las leyendas antiguas, la Sombra se simboliza en seres que permanecen ocultos y prisioneros, como el gigante indio Zammurrad, condenado a vivir siempre en el interior de un pozo.
Si la Sombra escapa, destruye y autodestruye. (David Fontana, El Lenguaje de los Símbolos)

" en la teoría junguiana también hay espacio para el sexo y los instintos. Éstos forman parte de un arquetipo llamado la sombra. Deriva de un pasado pre-humano y animal, cuando nuestras preocupaciones se limitaban a sobrevivir y a la reproducción, y cuando no éramos conscientes de nosotros como sujetos.

Sería el “lado oscuro” del Yo y nuestra parte negativa o diabólica también se encuentra en este espacio. Esto supone que la sombra es amoral; ni buena ni mala, como en los animales. Un animal es capaz de cuidar calurosamente de su prole, al tiempo que puede ser un asesino implacable para obtener comida. Pero él no escoge ninguno de ellos. Simplemente hace lo que hace. Es “inocente”. Pero desde nuestra perspectiva humana, el mundo animal nos parece brutal, inhumano; por lo que la sombra se vuelve algo relacionado con un “basurero” de aquellas partes de nosotros que no queremos admitir.

Los símbolos de la sombra incluyen la serpiente (como en el Jardín del Edén), el dragón, los monstruos y demonios. Usualmente guarda la entrada a una cueva o a una piscina de agua, que representarían el inconsciente colectivo. "
(C.George Boeree)...http://www.psicologia-online.com/ebooks/personalidad/jung.htm

Desde el Génesis hasta Tolkien, desde el Lobo de Caperucita hasta Star Wars, el Señor Oscuro y su mundo nos acompañan y aguardan en la trastienda, como parte inseparable de nosotros mismos que son.