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Kiribati

La Cueva

La Cueva Subo todos los atardeceres a lo más alto del risco.
Algunas veces llevo conmigo un libro y me abstraigo en su lectura hasta que me falta la luz. Entonces regreso al pueblo lentamente, mientras me invade un escalofrío inesperado bajo las ya tenues sombras de los árboles y de los cercados semiderruidos.
Otras tardes no llevo ningún libro a mi retiro vespertino, sino que me limito a mirar el paisaje y a tañer mi flauta.
Mis ojos recorren perezosos el semicírculo del horizonte, terminando siempre su periplo en el mismo punto: la gran oquedad de la cueva que se abre en el cerro de enfrente, justo al otro lado del barranco recorrido por el arroyo.

De niño escuché la leyenda de una princesa encantada que asomaba, veloz e incierta como una estrella fugaz, a la entrada de la cueva- su reino subterráneo- en algunos atardeceres de espejismo. Como en muchos otros lugares semejantes, por supuesto, tampoco en este pueblo faltaba quien afirmaba haberla visto o quien conocía a alguien que afirmaba haberla visto. Pura cháchara de viejas, pensaba yo.
Pero luego la ví aparecer en mitad de un ocaso de otoño. Y ella no huyó. Se quedó quieta, envuelta en su vestidura translúcida, los cabellos de plata al viento de la tarde, mientras me miraba fijamente aguardando a que yo me acercara.
Lo hice, pues, ¿cómo resistir a su llamada?. Recuerdo que atravesé el barranco a toda prisa, apenas consciente de hallarme en una esquina decisiva, y llegué apresurado junto ella, sólo para quedarme inmóvil, hechizado, ante su presencia mágica.
Ella parecía flotar detenida en el borde del precipicio, rodeada de atmósfera azul, igual que un girón de nube. Muchas veces he pensado que tal vez lo fuera.
Comenzó a hablar como si lleváramos conversando mil años.

-Soy demasiado vieja.- dijo-. Tus abuelos me buscaron y conversaron conmigo en aquellos días lejanos, cuando venían al monte con sus rebaños y sus perros de caza. Fui yo la que amó al más remoto de tus antepasados, aquel que llegó a este lugar a lomos de su caballo negro y clavó en el suelo la primera piedra del pueblo donde vives. Yo di a luz a su primogénito, el fundador de tu estirpe, cuando las espadas eran aún hojas de bronce con empuñaduras de plata. Mucho tiempo después de que él hubiera muerto, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos aprendieron a mi lado a ser sabios y poderosos. Pero ahora estoy cansada. Incluso para mí, han pasado demasiados inviernos. Por eso voy a entregarte una última palabra y un regalo, y luego desapareceré para siempre.

Yo la miraba obnubilado: sus ojos violetas, su piel nacarada de niña, sus cabellos de plata cayendo en ondas suaves sobre los hombros frágiles. La túnica de agua, los blancos pies descalzos que tocaban apenas la roca del borde del precipicio, las manos que se mecían pausadas en el aire, creando a su alrededor pequeñas espirales de luz y de sombra.
Finalmente, mientras su silueta se volvía transparente por momentos, cobijada por el último rayo del sol, extrajo de un pliegue de su vestido un pequeño objeto y lo depositó en mi mano: era la flauta.
Apremiada, susurró en mi oído su palabra.
Pero desapareció y yo, torpe, torpe de mí, no logro recordar lo que me dijo.

Ahora, en ausencia de ella, a mi alrededor se hunden los muros de mi casa y la hiedra invade, inexorable, nuestras vidas.

Todos los atardeceres subo a este mismo lugar; toco una melodía e intento recordar.

Frente a mí, al otro lado, sólo queda una negra oquedad vacía.

O tal vez nunca hubo otra cosa que una negra oquedad vacía.



Para Elena.

5 comentarios

Kiri -

Gru: sí, tú siempre por favor. Pero, si se negaran, no deseches tampoco la idea de obligarlos. Que andan mu reacios.

Tal: espero que no me falte el oxígeno en alguna zambullida. :-))

Tal -

Así da gusto bucear, juasín.

Gru -

¿Y cómo tengo que pedirlo?

- Por favor, ¿me podría mostrar su símbolo fálico?

Kiri -

Es que los hay. Sólo que van tapados casi siempre, pero bueno, creo que te los dejan ver si lo pides de la manera adecuada,jajaja.
:-P

Gru -

Parece una leyenda. Lo de la flauta... ¿Símbolo fálico? ;-). Últimamente veo símbolos fálicos por todas partes.