Caminata Nocturna
He salido a caminar esta noche por el campus de la Universidad, que está enfrente de mi casa.
Lo hago muchas veces.
Camino deprisa, casi corriendo, con las manos en los bolsillos. Me relaja.
Esta noche, como suele ocurrir en Noviembre, flotaba una neblina húmeda que difuminaba el resplandor amarillo de las farolas.
Los estudiantes pasaban con sus libros y sus carpetas bajo el brazo, camino de su casa o de la cafetería.
Hay árboles enormes en el campus. Están ahí desde que el complejo era un cuartel, construído en el siglo XVIII, y un barrio de casas militares. Sobre todo, hay uno muy grande en el centro del patio al que rodean los edificios de la biblioteca, el auditorio, el rectorado... Ese árbol posee la virtud consistente en que se aclaran las ideas en su cercanía.
Como ésta es una época de adaptación a enormes cambios en el trabajo, una época que me agota y que no me gusta nada, aunque me suponga beneficios económicos, por las tardes y por las noches necesito caminar. Cambiar de escenario radicalmente.
Ojalá tuviera un bosque más cerca.
Pero no hay bosque y por eso frecuento los parques.
Necesitaría una brújula al revés, de las que hacen que te pierdas. Pero ¿hay brújula, bosque o escapatoria?
Creo que esto no depende sólo de mí.
Necesitaría un túnel para evadirme y a esa persona al otro lado; una puerta secreta al Planeta Jardín: no a cualquier jardín, sino a ése.
Me harían falta unas horas de diversión allí de vez en cuando.
Mucha falta.
Después volvería a mis paseos solitarios por la Universidad, a mi rutina tranquila y tranquilizadora.
Sin haber alterado ningún paisaje. No soy una persona que guste de alterar los paisajes de los demás.
Tampoco creo ser demasiado exigente.
¿Lo soy?
El árbol del campus me ha dicho que no, que en absoluto lo soy.
Lo hago muchas veces.
Camino deprisa, casi corriendo, con las manos en los bolsillos. Me relaja.
Esta noche, como suele ocurrir en Noviembre, flotaba una neblina húmeda que difuminaba el resplandor amarillo de las farolas.
Los estudiantes pasaban con sus libros y sus carpetas bajo el brazo, camino de su casa o de la cafetería.
Hay árboles enormes en el campus. Están ahí desde que el complejo era un cuartel, construído en el siglo XVIII, y un barrio de casas militares. Sobre todo, hay uno muy grande en el centro del patio al que rodean los edificios de la biblioteca, el auditorio, el rectorado... Ese árbol posee la virtud consistente en que se aclaran las ideas en su cercanía.
Como ésta es una época de adaptación a enormes cambios en el trabajo, una época que me agota y que no me gusta nada, aunque me suponga beneficios económicos, por las tardes y por las noches necesito caminar. Cambiar de escenario radicalmente.
Ojalá tuviera un bosque más cerca.
Pero no hay bosque y por eso frecuento los parques.
Necesitaría una brújula al revés, de las que hacen que te pierdas. Pero ¿hay brújula, bosque o escapatoria?
Creo que esto no depende sólo de mí.
Necesitaría un túnel para evadirme y a esa persona al otro lado; una puerta secreta al Planeta Jardín: no a cualquier jardín, sino a ése.
Me harían falta unas horas de diversión allí de vez en cuando.
Mucha falta.
Después volvería a mis paseos solitarios por la Universidad, a mi rutina tranquila y tranquilizadora.
Sin haber alterado ningún paisaje. No soy una persona que guste de alterar los paisajes de los demás.
Tampoco creo ser demasiado exigente.
¿Lo soy?
El árbol del campus me ha dicho que no, que en absoluto lo soy.
9 comentarios
Kiri -
Luis -
A mí me picotean, pero no demasiado porque saben que puedo portarme mal con ellos; no con todos, que a veces solo son crías, pero sí con los adultos, que si me inflan demasiado los cojones, con perdón, sabrán con quien tratan.
Kiri -
Es verdad, somos tan intrascendentes al lado de la Naturaleza...
Hoy hace un día precioso en Madrid. :-)
Luis Muiño -
Con los adultos no me pasaba: ellos iban a su bola...pero siempre me pareció que su bola era igual de intrascendente que la mía. Los adultos no conseguían quitar dramatismo a mis problemas, porque no parecían tener un mundo más interesante que el mío.
Los árboles sí.
Kiri -
:-))
Ya cabrás, hermosa, ya cabrás.
Buenas noches.
Gru -
Kiri -
Me voy de copeo pa celebrarlo.
Kiri -
Los árboles para mí son imprescindibles. Los que hablan molan, porque suelen decirte lo que quieres oir.
:-))
Gru -