Tengo una rana masajista
Ayer iba yo a hacer la compra en el Hipercor, cuando una encantadora señorita me salió al paso para ofrecerme un aparatito de masajes con forma de animalito. He de decir que, escasamente media hora antes, me había hecho un corte con un cuchillo en un dedito de la manera más tonta. No había nadie en casa para consolarme de mi espantosa herida, asi que acogí aquel consuelo mercenario con alborozo.
Otras veces ni caso he hecho a las vendedoras de bichitos masajistas, pero ésta llegó en buen momento y era encantadora, razones por las cuales le permití que me hiciera una prueba.
¡Joerrr, qué cosquillas!
La gente se quedaba mirando porque me daba mucha risa, con saltitos y ayayayquécosquillas, y, claro, la chica se partía de verme.
Otro espectáculo gratis que proporcioné a mis conciudadanos.
Claro que le compré el bicho. Me encantó. Una rana, por supuesto. Bueno, las mariquitas eran monas, pero es que hace poco me he comprado un sujetador con estampado de mariquitas y mucho mariconeo ya.
Tratándose de mí, que soy anfibia como sabe todo el planeta, tenía que ser una rana.
Por razones que no hacen al caso, me vienen ahora a la memoria los gilipollas que hay por el mundo.
Pareceré despiadada, pero cuán preferible es mi rana masajista a un gilipollas.
Suele pensarse que, por el simple hecho de ser uno un bípledo implume medio evolucionado del australopithecus, se goza de más derecho a ocupar un espacio en el Universo, y en la vida de las buenas personas, que un aparato de pilas.
Craso error.
Con mi rana relajo mis músculos y doy masaje a mi niña en su espaldita cansada de llevar la mochila. Y además es monísima, de un verde esmeralda precioso. Y el rato que pasé con aquella chica encantadora del Hipercor, siempre será un grato recuerdo asociado a mi bichito mecánico.
¿Y un gilipollas qué proporciona, aparte de quebraderos de cabeza y disgustos?
En fin, que no me vea yo en la tesitura de tener que elegir entre cortar el suministro de oxígeno a un gilipollas o las pilas a mi rana.
Y eso es lo que hay.
(La imagen no tiene nada que ver, es que me gusta a mí)
Otras veces ni caso he hecho a las vendedoras de bichitos masajistas, pero ésta llegó en buen momento y era encantadora, razones por las cuales le permití que me hiciera una prueba.
¡Joerrr, qué cosquillas!
La gente se quedaba mirando porque me daba mucha risa, con saltitos y ayayayquécosquillas, y, claro, la chica se partía de verme.
Otro espectáculo gratis que proporcioné a mis conciudadanos.
Claro que le compré el bicho. Me encantó. Una rana, por supuesto. Bueno, las mariquitas eran monas, pero es que hace poco me he comprado un sujetador con estampado de mariquitas y mucho mariconeo ya.
Tratándose de mí, que soy anfibia como sabe todo el planeta, tenía que ser una rana.
Por razones que no hacen al caso, me vienen ahora a la memoria los gilipollas que hay por el mundo.
Pareceré despiadada, pero cuán preferible es mi rana masajista a un gilipollas.
Suele pensarse que, por el simple hecho de ser uno un bípledo implume medio evolucionado del australopithecus, se goza de más derecho a ocupar un espacio en el Universo, y en la vida de las buenas personas, que un aparato de pilas.
Craso error.
Con mi rana relajo mis músculos y doy masaje a mi niña en su espaldita cansada de llevar la mochila. Y además es monísima, de un verde esmeralda precioso. Y el rato que pasé con aquella chica encantadora del Hipercor, siempre será un grato recuerdo asociado a mi bichito mecánico.
¿Y un gilipollas qué proporciona, aparte de quebraderos de cabeza y disgustos?
En fin, que no me vea yo en la tesitura de tener que elegir entre cortar el suministro de oxígeno a un gilipollas o las pilas a mi rana.
Y eso es lo que hay.
(La imagen no tiene nada que ver, es que me gusta a mí)
22 comentarios
Aber -
Kiri -
Kiri -
Los hay que añusgan, quién quita.
Lo del Aber está muy traído, porque justo los menos gilipollas, por misterios de la condición humana, tienden a darse de palos a sí mismos, las más veces sin razón.
Y los gilipollas enteros y verdaderos ni se coscan, asi que no aprenden y no dejan nunca de ser gilipollas.
Lo dijo Parménides, vamos, yo me limito a transmitir.
Aber -
La_web_ona -
Gru -
Kiri -
Si la vaca no tiene pilas ni cuerda ni nada, no desestresa, muñeca, desengáñate.
Bambolia -
Yo no tengo nada que dé masajes: eso sí, tengo una vaquita blanca con manchitas negras que compré el año pasado en una herboristería de la calle Espoz y Mina (Los Madriles) que es anti-estrés... hiper-mega molona. A ver si le hago una afotico y la subo a mis espaldas...
¿Y qué es un gilipollas? Es que no me ha quedado claro...
Suspensiva que es una...
Kiri -
:-p
Alsen Bert -
También hay unos alambres con forma de aquel instrumento que servía para hacer merengue pero abierto que te los recorres por la cabeza y te da un gustirrinín del bueno que...
Mi madre no termina de sorprenderme.
Gru ya hay gilipollas a pilas, que te lo digo yo.
Saludos.
La_web_ona -
Kiri -
Kiri -
No tiene mérito lo mío, Aber. Llevo dieciocho años tratando con todo tipo de gente y he adquirido recursos escénicos, como los actores.
Luis Muiño -
Hay un capítulo de "Sexo en Nueva York" que me gustó mucho: una de las amigas se hace "adicta" a un vibrador. Con las prestaciones del aparatito (unidas, imagino, a la algún "masajeador", un buen dvd, Internet, una cama y una bañera cómodas, una buena calefacción...)decide que ya no necesita a ningún/a gilipollas.
Lo dicho: que tenemos que esmerarnos. Y eso no es mala noticia...
Aber -
Me encanta tu habilidad para con los gilipollas. Cuando sea mayor quiero ser como tú. :-)
Kiri -
Estoy completamente de acuerdo en lo de soltar un moco a los gilipollas. Es mano de santo.
Yo lo hago, modestia aparte, bastante bien, porque no levanto la voz pero me pongo borde hasta lo insoportable. Y luego miro para otro lado con la mayor indiferencia.
Los masajes son estupendos. Y el spa. Y el ejercicio. Y la relajación.
Todo lo que sea mimarnos y querernos, que nos suele hacer mucha falta.
Kiri -
las vendedoras suelen ser bastante amables, por la cuenta que les trae.
Son muy amables las que veas en los sitios grandes, como el Hipercor, haciendo promociones. Estas son chicas, y a veces chicos, que las casas comerciales contratan para las campañas y dependen de su don de gentes para que las vuelvan a llamar en la próxima.
Tienen verdadero talento para vender.
Pero esto es amabilidad mercenaria, digamos.
Es verdad que la gente cada día es menos amable. No sé para qué cojones queremos tanto desarrollo económico y tanta cosa, si luego vamos trasluciendo infelicidad en cada gesto.
A mí me cae bien la gente mayor. Los hay bordes, pero me siento más predispuesta a disculparlos, no sé muy bien por qué. Quizá es la gente que veo más desprotegida en la sociedad actual. Y las ancianitas simpáticas son seres absolutamente encantadores.
Otros también muy amables, en parte porque está en su cultura y en parte porque necesitan ser aceptados, son los inmigrantes magrebíes. Los inmigrantes en general lo son, pero creo que los de Marruecos más.
Aber -
Quiero un masaje. Necesito un masajito. Hace tiempo iba a hacérmelos, con reflexoterapia incluida, pero me dejaban tan relajado que luego no valía para nada.
Kiri -
Sí. Y tocan los platillos dando vueltecitas.
Gru -
Kiri -
Gru -
Yo también tengo una rana de masaje interno.
Me encantan las ranas y siempre me he negado a comérmelas.
Por cierto, cualquier día de estos inventan los gilipollas a pilas.